El día que volvió Luis Fabiano (4-3)

El Sevilla FC volvió a sumar tres puntos ligueros en casa, en esta ocasión frente al equipo vasco del Ath.Bilbao que dirige el utrerano Joaquín Caparrós. Un partido cuyo marcador refleja claramente que no se ha producido aburrimiento en ningún momento del encuentro. Luis Fabiano en dos ocasiones (vaya auténtica obra de arte su segundo gol) y el gran Kanouté (en otras dos, ambas de penalty), fueron los autores de los goles Sevillistas. Un festín de grandes delanteros, donde no podía faltar Fernando Llorente, que también marcó por partida doble.

El titular de este post reza "El día que volvió Luis Fabiano", pero sería totalmente injusto no resaltar en un día como el de hoy, el partidazo que se ha marcado el costamarfileño Ndri Romaric, ya que además de asistir de manera magistral en los tres últimos goles Sevillistas, ha ofrecido una gran variedad de pases a larga distancia medidos al pie, que hicieron la delicia del respetable. Además, participó junto a Luis Fabiano en el tercer gol Sevillista, posiblemente en uno de los más bonitos que se verá durante esta temporada en la Liga.

 

En este blog, los que sóis asiduos lectores, comprobaréis que se alaba lo que considero bueno y se critica (siempre sin insultar) lo que considero malo. Y si Ndri Romaric ha hecho un partido para quitarse el sombrero, pues se lo quita uno sin tapujo alguno. Exactamente igual que ya lo hiciese frente al At.Madrid en casa, hace 20 días. Tal es así, que es el segundo partido consecutivo en casa, y hoy mucho más que en el partido frente a los colchoneros, que Romaric se ha marchado con una atronadora ovación. Todo el estadio puesto en pie y rendido a las botas del africano. ¿Hasta cuándo rayará a este nivel?. Pue sinceramente no lo sé. Pero si hay que quitarse el sombrero, pues dicho está ya.

Salió el Sevilla FC de inicio con una alineación parecida a la pronosticada. Se mantuvo la posición adelantada de Konko en el interior derecho, mientrás que Capel era de la partida en detrimento de Diego Perotti. Pero el control inicial lo llevó el Ath.Bilbao, mucho más enchufado y con unos activos Toquero y Muniaín. Fernando Llorente gozaba de un par de buenas ocasiones, casi todas ellas a balón parado, magníficamente sacadas por Iraola. Enfrente, un Sevilla FC espeso en ataque y sin mucha claridad, salvo un par de acercamientos de un activo Luis Fabiano.

Precisamente en una contra iniciada por Konko, Luis Fabiano cazaba un balón dentro del área para abrir el marcador. A partir de ahí, al menos desapareció el control del partido de los vizcaínos. Antes de llegar al descanso, y con un pésimo arbitraje de Clos Gómez (cinco tarjetas amarillas mostradas cuando apenas se había producido nada en el césped), Ndri Romaric mete un balón en largo de unos cuarenta metros que controla de arte el brasileño Luis Fabiano que es derribado en el área. Penalty que transforma Kanouté en el 2-0 y así nos marchamos al descanso. Un marcador que no reflejaba para nada la igualdad que se había mostrado en el terreno de juego.

En la reanudación, nada más comenzar, Diego Capel estrella un balón en el poste tras una preciosa asistencia de Luis Fabiano que lo deja sólo ante Iraizoz, que consiguió desviar levemente el esférico. Y a eso del cuarto de hora de juego de la segunda mitad, llegaron los pañuelos al Ramón Sánchez Pizjuán. Pañuelos de los que ya no recordaba la última vez que se sacaron para festejar un golazo tan magistral como la catedral de Sevilla. Ndri Romaric, nuevamente, asiste en un pase en largo de cuarenta metros a Luis Fabiano que se mete entre los dos centrales, "pincha" el balón en el control y suavemente realiza una vaselina que hace estéril la salida del meta bilbaíno. Restaba media hora, pero convendréis conmigo que con un 3-0 en casa el partido estaba terminado.

Ja, ja, ja. Iluso de mí y de los que pensáteis eso. Fernando Navarro vuelve a hacer de las suyas, esto es, derribar a un contrario sin opción de jugar el balón, por lo que ve la segunda cartulina amarilla y se marcha a la caseta. ¿Qué tiene esto de malo?. Pues no lo sé, aparte de jugar con un hombre menos, creo que no recuerdo que a ningún equipo se le pueda marchar en su casa y restando 25 minutos, un partido con ese marcador. Pues casi se nos escapa a nosotros. En menos de diez minutos se pusieron los vascos 3-2, penalty incluído que inicialmente detuvo Palop y que en el rechace marcó Llorente.

El Sevilla FC había recompuesto su zaga con Konko en el lateral derecho y Dabo en el izquierdo. Kanouté se había colocado como interior diestro. Perotti había suplido a Capel y Negredo había hecho lo propio con Luis Fabiano. Y por fortuna, un nuevo pase de Romaric de "cuchara" por encima de la línea defensiva, provocó que en la pugna de Negredo con un defensor, éste al caer golpease el balón con la mano, señalando EL LINIER la pena máxima que terminó transformando el malí Kanouté.

Ahora sí estaba finiquitado el partido. Los vascos parecieron bajar los brazos. Ni siquiera el gol de Gabilondo en las postrimerías del encuentro consiguió inquietar más de lo normal nuestros corazones. Lo intentó Clos Gómez alargando algo más de lo normal los cuatro minutos que había dado inicialmente. Al menos a mí se me hicieron más de cuatro minutos mirando el reloj.

En la faceta negativa me sorprendieron varias cosas desde el banquillo. Ningún jugador Sevillista comenzó a calentar hasta llegado el minuto 60. Dato, cuanto menos curioso. Es habitual ver calentar a los futbolistas desde el minuto 46. Y por último, un Diego Capel extenuado y un Ndri Romaric cansado, tardaron algo más de lo normal en ser sustituídos. La misma situación de partido que hoy, con un 3-2 y cambios sin hacer o a medio hacer y con Jiménez o Álvarez en el banquillo, hubiesen propiciado un "run-run" bastante llamativo en la grada, amén de los pitos de rigor.

Y para todos los aficionados al fútbol, del Sevilla FC, del Ath.Bilbao, o aficionados en general, hoy se vio un bonito y entretenido partido, encima con siete goles. Os dejo un resumen del mismo. Sólo me queda por conocer si los acertantes de 11 aciertos cobrarán algo más de un euro en una quiniela con tan sólo cinco variantes.