No es casualidad

Con el empate cosechado ayer, por fin logró el Sevilla FC poner punto y final a esta aciaga temporada, culminada con un fracaso estrepitoso respecto a los objetivos que se marcaron inicialmente.

No me vale como excusa que fracaso es lo del Villarreal. Es trágico, claro que sí, pero no debe servir el descenso del submarino amarillo para intentar maquillar un fracaso rotundo que se lleva cuajando desde hace al menos tres temporadas y, que de momento y esperemos que sea así, ha tocado fondo. 

Seamos honestos.

Que reflexionen los que mandan y los que cobran por ello. El Sevilla FC será lo que ustedes quieran. No lo olviden.

 

Lo de esta temporada no ha sido simple casualidad o mala suerte.

Recuerdo habernos quedados fuera de la Champions en la previa contra el Braga. Recuerdo la afonía que pillé cantando el gol de Rodri en el minuto 94 en Almería. Cuando recuperé la voz, en tertulias de bar con amigos y sevillistas decía que había que cambiar, que la suerte no puede sonreirte siempre en el último minuto. Ahí se enrocaron Monchi y del Nido, fue el momento de revolucionar la plantilla y no lo hicieron.

No progresaron, no fueron valientes, tal vez endiosados por la consecución de la Copa del Rey y el cuarto puesto en las postrimerías de Almería (vaya rima que me ha salido). A eso hubo que sumarle que Antonio Álvarez pidió la renovación de los gloriosos veteranos, y a todos ellos le renovaron por dos o tres años: Palop, Escudé, Renato, Kanouté y no sé si Drago también. No se confiaba en Antonio Álvarez y se atiende a sus peticiones de renovar al grupo de veteranos con los que tenía buen feeling.

No se jubiló a los Renato y compañía. Para más INRI se trajo a los Guarente (con problemas de rodilla) y a Cigarini (mediados el mes de agosto), cuando se sabía de antemano que los problemas estaban en la medular. Esa falta de autocrítica y esa pésima planificación deportiva dio al traste con la eliminación ante el Braga en la fase previa de la Champions en pleno mes de agosto.

El curso siguiente empieza con el no respaldado Antonio Álvarez (en el que no se creía) y muy pronto coge el equipo Manzano, se finalizó quintos siendo los miembros del vestuario los reyes del mambo. Durante ese proceso se vendió a Luis Fabiano y se les consintió de todo a Alexis, Sergio, Zokora y Romaric, por citar algunos ejemplos. 

El equipo estaba en clara decadencia en cuanto a calidad y actitud, y no por terminar quedando quintos al vencer al Espanyol en Cornellá, sino porque se iba a heredar un vestuario podrido, donde faltaban espíritus de antaño tan significativos como Martí, Pablo Alfaro, David Castedo, Javi Navarro o el malogrado Antonio Puerta. A eso, había que sumarle el empobrecimiento progresivo de la plantilla a la que los dirigentes del club nos estaban sometiendo a los aficionados.

Faltaban los jugadores top como Alves, Adriano, Keita, Maresca, Luis Fabiano, Poulsen, los ya citados, etc. Los que venían no es que fueran inferiores a estos (algo lógico), sino que se dudaba de su nivel competitivo como futbolista (Dabo, Cigarini, Guarente, Acosta, Duscher, los "extrovertidos", etc) y sin embargo se seguía vendiendo el discurso triunfal de lograr Champions, cuando tan sólo Medel y Rakitic, recién aterrizados, habían subido el nivel del conjunto. En medio de todo esto, Kanouté había cogido por el cuello a Sergio Sánchez en el vestuario del Oporto tras pretender negarse a jugar. Apoteósico el buen ambiente que reinaba entre bambalinas.

Para colmo de estas pésimas planificaciones, los alemanes del Hannover 96 nos apearon este pasado verano de la previa de la Europa League. Cierto es que hubo muy mala suerte con el sorteo, pero a lo mejor habría que preguntarse donde estaría ahora el equipo si hubiese disputado dos partidos por semana.

Con Marcelino se comienza con buenos resultados y no tan buena imagen. Rápidamente se pretenden acallar las críticas aludiendo a que se logra la media inglesa. Durante cuatro o cinco jornadas se vence en casa y se logra empatar fuera. Pero cuando se acaban los resultados, lo indefendible cae por su propio peso.

El Sevilla FC es dominado al antojo de cualquier equipo menor que visita el Ramón Sánchez Pizjuán y con los inventos de Coke, Armenteros o de Fazio en el centro del campo no son suficientes para continuar engañanado más al aficionado. Aún con éstas, hay un entorno cercano al club que pretende seguir justificando lo injustificable.

Afortunadamente, el tiempo pone a cada uno en su sitio y de no ser por las victorias consecutivas logradas en buena lid de manera consecutiva en Santander y Granada, otro gallo tristemente hubiese cantado.

Como puede leerse, esto es algo más que mala suerte, mucho más.

Se ha perdido el concepto de planificación. Se pasa de Bielsa a Marcelino (que nada tienen que ver) y terminando con Míchel.

Se pasa de Jiménez a Álvarez y se busca a Manzano para negociar con Bielsa, contratar a Marcelino y despedir al asturiano, trayendo a Míchel y no se sabe aún si va a continuar.

En mi pueblo, esto se llama "dar bandazos" o palos de ciegos.

Si con la contratación de jugadores se hace lo mismo, el cesto de manzanas podridas se colapsa, el de los jugadores mediocres prolifera, mientras que el de los jugadores top se vacía, dejando solito a Jesús Navas, que a veces es acompañado por Negredo.

Muy pocos argumentos a favor para seguir exigiendo Champions, o al menos para conseguirla.

No hay mimbres para luchar por la Champions. Ni tan siquiera se ha podido pelear por la UEFA jugando un partido por semana.

Seamos honestos.

Que reflexionen los que mandan y los que cobran por ello. El Sevilla FC será lo que ustedes quieran. No lo olviden.